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Mateo 12:33-37 "La Realidad del Rechazo"

"O haces que el Ôrbol sea excelente y su fruto excelente, o que el Ôrbol sea malsano y su fruto malsano; porque por el fruto se conoce el Ôrbol. ”Raza de víboras! ¿Cómo eres capaz de decir qué es el bien siendo malo? Porque de la abundancia del corazón habla la boca. El hombre bueno saca de su buen tesoro lo que es bueno, y el hombre malo saca del tesoro lo que es malo. Por eso os digo que de toda palabra ociosa que hablen los hombres, ellos darÔn cuenta de ella en el día del juicio. Porque por tus palabras serÔs justificado, y por tus palabras serÔs condenado."

AquĆ­ leemos la conclusión de la respuesta de JesĆŗs a los cargos presentados contra Ɖl por los fariseos (v. 24), asĆ­ como la duda expresada por las multitudes confundidas (v. 23). DespuĆ©s de una defensa cuidadosamente montada (vv. 25-30) y un precedente brillantemente relevante (vv. 31-32), JesĆŗs estĆ” listo para concluir sus declaraciones. Sin embargo, este no es un ejemplo de que la defensa descansa. JesĆŗs le da la vuelta a la tortilla al llevar a juicio a sus acusadores. JesĆŗs pasa aquĆ­ de la defensa a la acusación y en tres rĆ”pidos pasos presenta una acusación contra aquellos que lo acusan y dudan de Ɖl. A diferencia de los cargos presentados contra Ɖl, el cargo de JesĆŗs es (1) objetivamente consistente, (2) observa la evidencia en su contexto y (3) pronuncia un veredicto que la evidencia exige.

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JesĆŗs exige una norma objetiva (v. 33)

"O haces que el Ɣrbol sea excelente y su fruto excelente, o que el Ɣrbol sea malsano y su fruto malsano; porque por el fruto se conoce el Ɣrbol."

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Mientras todavía estÔ dentro del contexto de la respuesta de Jesús, este versículo comienza un nuevo pÔrrafo y, por lo tanto, un nuevo pensamiento que consta de dos partes. La primera clÔusula consiste en una declaración de uno u otro (ἤ....ἤ), mientras que la segunda contiene una breve explicación. Este versículo funciona como un resumen y una aplicación de la defensa de Jesús dirigida de tal manera que se convierta en una especie de reprensión.

Esta imagen metafórica es una reminiscencia de 7:15-20, la conclusión de JesĆŗs al SM. AllĆ­, JesĆŗs advirtió sobre los falsos profetas y que sus frutos los identificarĆ­an. AquĆ­, JesĆŗs da un mandamiento para hacer que el Ć”rbol sea bueno o malo para Ć©l, pero la verdad de que el Ć”rbol se identifica o se conoce por su fruto sigue siendo la misma. La cuestión aquĆ­ no es la identificación, sino la coherencia. El Ć”rbol en cuestión es JesĆŗs mismo y el fruto especĆ­fico en cuestión es el reciente exorcismo del hombre sordomudo en el versĆ­culo 22. Nadie pone en duda que el "fruto" de JesĆŗs es bueno y, sin embargo, hay una gran inconsistencia con respecto a JesĆŗs mismo. Para condenar a JesĆŗs, tambiĆ©n hay que condenar Su fruto (lo que viene de Ɖl, Sus palabras y obras). Para alabar a JesĆŗs, tambiĆ©n hay que alabar su fruto. La calidad de la fruta no se puede separar de la calidad del Ć”rbol. Por lo tanto, el mandamiento de hacerĀ es un mandamiento para que las multitudes y los fariseos pongan su estimación de JesĆŗs (el Ć”rbol) en conformidad con la calidad de Sus palabras y obras (el fruto del Ć”rbol).


Con respecto a este comando, las multitudes solo tienen dos opciones. (1) Tanto JesĆŗs como Su obra son buenos o excelentesĀ (ĪŗĪ±Ī»ĻŒĻ‚). El adjetivo describe la cualidad inherente de algo en el mĆ”s alto grado. Con respecto a la apariencia, es hermoso. Abordar la moralidad, es bueno. Cuando se habla de propósito o utilidad, es ĆŗtilĀ y beneficioso. La calidad del Ć”rbol coincide con la calidad de la fruta. (2) Tanto JesĆŗs como Su obra son malsanosĀ (ĻƒĪ±Ļ€ĻĻŒĻ‚). Este adjetivo es una verdadera antĆ­tesis de ĪŗĪ±Ī»ĻŒĻ‚ en el sentido de que describe la peor calidad (poco valor, no bueno, malo) hasta el punto de ser daƱino (podrido, malsano, venenoso). La calidad del Ć”rbol coincide con la calidad de la fruta.


Uno podría preguntarse por qué Jesús no incluyó esta declaración antes en su defensa. Esto parece encajar muy bien con el versículo 27 y el argumento sobre la falta de consistencia de los fariseos. Pero esta afirmación va mucho mÔs allÔ de una simple demostración de inconsistencia, ya que se reduce a una reprimenda mordaz. El punto es este: Al no presentar una acusación contra el "fruto" de Jesús, y de hecho poner excusas de por qué el fruto de Jesús es bueno, admiten implícitamente que Jesús mismo es bueno. Por lo tanto, acusan a sabiendas a uno que es bueno. Uno podría ser tan audaz como para llamar a esta fruta "malsana", indicando un Ôrbol "malsano". Esta norma no es mera retórica, sino que sirve como el trampolín perfecto hacia la acusación de Jesús contra ellos.

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JesĆŗs nivela y apoya su cargo (vv. 34-35)


La acusación en sí misma se presenta en las dos primeras declaraciones del versículo 34, mientras que el resto del versículo, junto con el versículo 35, presenta la evidencia de Jesús para fundamentar su acusación. La acusación en sí misma es una reminiscencia de la acusación de Juan contra algunas de las mismas personas (3:7) con la misma fuerza. En resumen, los fariseos son objetivamente culpables de lo que acusan a Jesús.

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La acusación (vers. 34ab)

"”Raza de víboras! ¿Cómo eres capaz de decir qué es el bien siendo malo?"


La acusación de JesĆŗs contra los fariseos se presenta en las dos primeras palabras del versĆ­culo 4: Ā” raza de vĆ­boras!Ā Literalmente, JesĆŗs se dirige a los fariseos como a los hijos de las serpientes (γεννήματα ἐχιΓνῶν). Este no es un ataque ad hominem en el que JesĆŗs simplemente estĆ” insultando. Tampoco JesĆŗs estĆ” haciendo un comentario oblicuo o metafórico con respecto a los fariseos como hombres astutos y peligrosos. Esta expresión vocativa identifica enfĆ”ticamente a los fariseos segĆŗn su parentesco. Es decir, JesĆŗs los llama hijos de SatanĆ”s. Como miembros de la raza de una serpiente, JesĆŗs los identifica con la serpiente de la antigüedad, el diablo y el mismo SatanĆ”s.


Una vez mÔs, esto no es un insulto (ataque malicioso al propio carÔcter) sino una acusación objetiva a la luz de los hechos. Aunque las pruebas que sustenten esta acusación llegarÔn a su debido tiempo, Jesús asume la verdad de esta afirmación en el presente cuando hace la pregunta retórica: ¿cómo puedes hablar lo que es bueno, siendo malo?


El vocabulario ha cambiado de lo que es excelente (ĪŗĪ±Ī»ĻŒĻ‚) y malsano (ĻƒĪ±Ļ€ĻĻŒĻ‚) a lo que es bueno (į¼€Ī³Ī±ĪøĻŒĻ‚) y malo (Ļ€ĪæĪ½Ī·ĻĻŒĻ‚). En muchos aspectos, ĪŗĪ±Ī»ĻŒĻ‚ (excelente) y į¼€Ī³Ī±ĪøĻŒĻ‚ (bueno) son sinónimos. Sin embargo, cuando se usa en el mismo contexto, ĪŗĪ±Ī»ĻŒĻ‚ se usa para lo que es inherente y completamente bueno, excelente, de beneficio, mientras que į¼€Ī³Ī±ĪøĻŒĻ‚ describe una cualidad mĆ”s general de bondad. El punto es que JesĆŗs habla de una bondad general y afirma que los fariseos son incapaces de eso. Existe una relación similar entre el Ć”rbol/fruto malsano (ĻƒĪ±Ļ€ĻĻŒĻ‚) y lo que JesĆŗs afirma aquĆ­ como la naturaleza malvada (Ļ€ĪæĪ½Ī·ĻĻŒĻ‚) de los fariseos. "Mal" es una descripción mucho mĆ”s fuerte de la naturaleza de los fariseos, porque JesĆŗs no dice que hagan el mal o que piensenĀ mal, sino que son malos (πονηροὶ ὄντες).


La cuestión se enmarca en el Ômbito de la habilidad. Debido a que son malos, Jesús afirma que no pueden hablar lo que es bueno. No es de extrañar que nieguen el mesianismo de Jesús, rechacen la validez de sus milagros y hagan caso omiso de la exégesis directa de sus enseñanzas. Como hijos de SatanÔs, son malos hasta la médula y, por lo tanto, son incapaces de hablar lo que es bueno. Uno solo puede preguntarse por lo que Mateo no registró. ¿Cómo les sentó a los asistentes cuando Jesús llamó a los jefes espirituales y religiosos de Israel siervos e hijos de SatanÔs? Aunque ciertamente es preciso, nuestro Señor ve la necesidad de respaldar esta impactante afirmación con una montaña de evidencia.

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La evidencia (vv. 34c-35)

"Porque de la abundancia del corazón habla la boca. El hombre bueno saca de su buen tesoro lo que es bueno, y el hombre malo saca del tesoro lo que es malo".

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La Ćŗltima lĆ­nea del versĆ­culo 34 presenta una explicación en forma de información adicional. La idea de abundanciaĀ (Ļ€ĪµĻĪÆĻƒĻƒĪµĻ…Ī¼Ī±) es la que se llena hasta desbordarse. Lo que llena el depósito del corazón a rebosar (la alegrĆ­a, el amor, la paz, la paciencia, la bondad o la maldad, la malicia, la calumnia, la amargura, etc.) fluye por el vertedero de la boca. Si bien esto parece una broma valiosa y concisa, es necesario aplicarla al contexto inmediato. JesĆŗs acaba de concluir la construcción de su precedente de lo que no serĆ” perdonado en función de quiĆ©nes y quĆ© son las personas (vv. 31b, 32b). Que los fariseos blasfemaran contra el EspĆ­ritu Santo indica lo que llena su corazón (es decir, la blasfemia). De este modo, la acusación de JesĆŗs adquiere sustancia. Este concepto se lleva un paso mĆ”s allĆ” con la siguiente imagen del hombre y sus tesoros.


Jesús no solo regresa a la dicotomía bueno/malo, sino que la casa con su declaración inicial con respecto a los Ôrboles y la fruta a través de la declaración que acaba de hacer con respecto al corazón. La lógica funciona así: (1) el hombre bueno es bueno porque su tesoro es bueno. (2) Saca lo que es bueno porque en eso consiste su tesoro. (3) El hecho de que saque a relucir lo que es bueno lo marca como un buen hombre.


La idea de "tesoro" (ĪøĪ·ĻƒĪ±Ļ…ĻĻŒĻ‚) no es tanto un tesoro valioso como indica el depósito donde se guardan las cosas preciosas o valiosas. El corazón es el lugar donde un hombre guarda lo que es valioso para Ć©l y, a medida que se presenta la ocasión, saca cosas de ese depósito para dĆ”rselas a los demĆ”s. El hombre bueno trae cosas buenas para otorgar a los demĆ”s. El hombre malvado saca cosas malas para estorbar, acusar y agobiar a los demĆ”s.


El lenguaje que usa JesĆŗs es muy interesante. El tĆ©rmino traducido como "sacar" (ἐκβάλλω) es mĆ”s literalmente "arrojar/echar fuera", mĆ”s recientemente usado repetidamente para describir la expulsión de demonios por parte de JesĆŗs (12:24, 26, 27, 28). JesĆŗs, siempre tan sutilmente, seƱala hacia atrĆ”s a Su expulsión de demonios por el EspĆ­ritu Santo y aquĆ­ lo etiqueta como parte de Su "buen" tesoro. Mientras tanto, los fariseos no tienen nada que expulsarĀ excepto su blasfemia. Las pruebas estĆ”n ahĆ­. Se ha demostrado que las acusaciones de JesĆŗs de que los fariseos actĆŗan en nombre de SatanĆ”s como sus hijos espirituales son correctas. Lo Ćŗnico que queda es pronunciar un veredicto y una sentencia.

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JesĆŗs presenta su veredicto (vv. 36-37)


La siguiente declaración de JesĆŗs es directa, directa y autoritaria. Cada vez que JesĆŗs se toma el tiempo para introducir una declaración con "A ti te digo" (λέγω ὑμῖν – 5:18, 22, 26, 28, 32, 34, 39, 44; 6:2, , 5, 16, 25, 29; 8:10, 11; 10:15, 23, 27, 42; 11:9, 11, 22, 24; 12:6), uno harĆ­a bien en sentarse y tomar nota. Esta afirmación no es adversiva (pero, sin embargo, sin embargo) en el sentido de que Γὲ simplemente presenta un pensamiento adicional de un tipo diferente. Debido a que la evidencia de JesĆŗs exige un veredicto de culpabilidad, la Ćŗnica defensa posible de la parte culpable es buscar algĆŗn tipo de excusa. AquĆ­, JesĆŗs primero los interrumpe de cualquier excusa antes de pronunciar una sentencia final.

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Advertencia de la contabilidad futura (v. 36)

"Por eso os digo que de toda palabra ociosa que los hombres hablen, darƔn cuenta de ella en el dƭa del juicio."

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El "tĆŗ" es plural (ὑμῖν) cuando JesĆŗs se dirige a la mezcla de escĆ©pticos y blasfemos. Los tiempos verbales son futuros (Ī»Ī±Ī»Ī®ĻƒĪæĻ…ĻƒĪ¹Ī½ – hablarĆ”n, į¼€Ļ€ĪæĪ“ĻŽĻƒĪæĻ…ĻƒĪ¹Ī½ – pagarĆ”n/darĆ”n cuenta) y predictivos. Esta es una declaración general por la cual JesĆŗs informa a su audiencia de cómo es el juicio escatológico final. Todos los hombres darĆ”n cuenta de cada palabra ociosa y frĆ­vola que hayan pronunciado. El punto es este: los fariseos no pueden pedir perdón alegando que solo hablaron ociosamente o en broma. DarĆ”n cuenta de su blasfemia contra el EspĆ­ritu Santo, asĆ­ como todos los hombres dan cuenta de las palabras que brotan del corazón y de la boca.


El sentido de unaĀ  palabra ociosaĀ (į¼€ĻĪ³ĻŒĻ‚) es interesante, ya que el adjetivo es literalmente una descripción de alguien que no trabaja. Por lo tanto, lo mejor que podemos decir sobre esta Ā palabra ociosaĀ es que no logra nada y, por lo tanto, no vale nada. Como tal, no puede ser considerado excelente (ĪŗĪ±Ī»ĻŒĻ‚) o incluso buenoĀ (į¼€Ī³Ī±ĪøĻŒĻ‚). Incluso si los fariseos afirman que hablaron en vanidad, todavĆ­a darĆ”n cuenta de sus blasfemias. Ociosas o no, sus palabras aĆŗn revelan el corazón.


Puede ser mejor considerar lo que Jesús dice y lo que Jesús no dice en este punto. Debido a que las personas han sido entrenadas para aplicar el texto directamente a sí mismas y a los demÔs (principalmente a los demÔs) antes de hacer cualquier intento de comprender el significado previsto por el autor, este texto se usa normalmente para abogar por que uno cese y desista de todas las bromas ligeras e ineficaces y en todos los sentidos permanezca callado a menos que sea necesario decir algo profundo y de peso. Esto no es una prohibición contra la conversación ligera, porque incluso las bromas comunes, si son sinceras, pueden animar, consolar y beneficiar a otros. Esta declaración simplemente recalca el punto de que incluso la mÔs pequeña de las declaraciones no escaparÔ a la contabilidad final. Afirmar que "solo estaba bromeando" no serÔ suficiente en el último día del juicio.

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Advertencia de la contabilidad personal (vers. 37)

"Porque por vuestras palabras serƩis justificados, y por vuestras palabras serƩis condenados."


La gramÔtica es mÔs esclarecedora cuando notamos que en el lapso de dos versículos Jesús comienza con el segundo plural (les digo a todos), pasa al tercer plural (hablarÔn,  darÔn cuenta), solo para llegar aquí con el segundo singular (sus palabras, usted serÔ justificado/condenado). Es como si Jesús comenzara con las multitudes en su conjunto, se volviera para hablar en general, pero luego se volviera hacia cada individuo dentro de esa multitud y les hablara directamente. Cada persona oye estas palabras comunicadas a su persona, sin dejarle ninguna multitud en la que esconderse.


Jesús no sugiere que una persona se gana su justificación o condenación a través de las obras (en este caso, las palabras), sino que uno es justificado o condenado por quién o qué es. Este concepto ha sido el punto central desde el precedente de Jesús de quién no serÔ perdonado en los versículos 31-32. El que habla mal es malo, como lo demuestra su corazón rebosante. El que habla lo que es bueno, es bueno por la misma razón. Por lo tanto, lo que la gente dice realmente importa, ya que nuestras palabras revelan quiénes somos realmente. En este sentido, ningún hombre habla fuera de carÔcter.


El punto que Jesús estÔ recalcando es mÔs específico a Su situación y contexto presentes. A pesar de que los fariseos, los testaferros de la piedad y la religión de Israel, acusan a Jesús de hechicería, impiedad y blasfemia, Jesús demuestra (1) que es inocente de todos los cargos y (2) sus acusadores son objetivamente culpables de todos estos mismos cargos. La simiente de la serpiente continúa acosando a la Simiente de la mujer. Sin embargo, darÔn cuenta y serÔn condenados. Al final, serÔn aplastados mientras que Jesús serÔ vindicado. A la luz de esto, es imposible pasar por alto el punto de Mateo. Para los creyentes israelitas a mediados de los años 30, ya es hora de separarse de la simiente de la serpiente y seguir solo a LA Simiente.

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